jueves, 13 de octubre de 2016

Colofón.

El mundano arte de vivir pende de un hilo,
el universo hace malabares con nuestras mentes
y no sabemos si somos.
Los libros quieren decir nada
y la realidad es invisible al saber.
Los cuervos que vuelan entre nuestras costillas
nos privan de la visión del mundo
y aún así puedo verme.
El reflejo de mi ego me persigue,
delirios de grandeza en mis pensamientos,
espejismos de plenitud en mi alma vacía.
Vértigo.
La caída de mi olimpo terrenal es dura,
las partículas de aire no consiguen decelerarme,
mi corazón precipitándose choca contra mi verdad,
mi sombra se cansó de ir detrás de mí,
la sigo yo a ella.
He escrito mi esquela con la podredumbre que encierran mis entrañas,
las ratas se sonríen entre ellas sabiéndome cobarde.
Atenúa la luz del día en los ojos de un muerto,
el hedor social abraza al nacimiento del brillo de farolas con las pupilas,
anochece.
¿Empezará hoy mi sueño eterno?