lunes, 27 de julio de 2015

Las noches no son buenas para pensar me dijo alguien algún día.

Yo que coso versos añorando besos que en su día me hicieron volar
y hoy no llevan a ninguna parte.
Yo que hablo de la vida sin saber como se vive
y de la poesía como si tuviese la mínima idea de escribir.
Yo que quiero decir tantas cosas y al final no digo nada,
grito de una vez que soy una montaña rusa emocional.
Un día te quiero y al siguiente me muero por otros labios.
Un día me despierto y nadie me levanta,
otro me despierto y nada me achanta.
Un día tan feliz y al otro con nada dentro.
Busco mi corazón entre las hojas de Loreto,
o de David,
pero parece que hace mucho que lo perdí,
hazme el favor y busca entre tus piernas,
puede que lo dejará allí en algún que otro arrebato de sentimentalismo desmedido.
Ya de paso me recuerdas a que sabían tus gemidos
y a que huelen tus carcajadas.
Si sacas un hueco también podrías ayudarme a recoger chatarra,
de esa que hay tirada por mis sueños.
Y como último si no es mucha molestia vuelve,
que quiero que por fin sepas que yo,
por mucho que cosa versos, 
hable de la vida,
calle tanto por no saber que decir
y sea tan inestable,
por fin he aprendido que toda esa chatarra,
no es más que tesoros que hay que descubrir
y ya no a tu lado.
Las noches no son buenas para pensar me dijo alguien algún día.

martes, 21 de julio de 2015

"La poesía está de coña"

Entre barra y barra de bar en bar he encontrado dedos que en contacto con mi espalda parecen puñales,
entre tercio y tercio de cerveza he perdido todos y cada uno de tus besos,
entre trago y trago he pensado que ni borracho sé como decirte mi verdad.
El camarero me acaba de decir que ya había tomado demasiadas copas,
qué coño sabrá él lo que necesito beber para olvidar
y qué coño sabré yo si te quiero olvidar
si te estoy escribiendo en una servilleta de mierda de un garito asqueroso
mientras apuro lo que queda del tercio
y me digo a mi mismo cada vez más seguro,
que Miguel Gane tiene razón y la poesía está de coña.



lunes, 20 de julio de 2015

Perdiendo el tiempo.

Dicen que el tiempo cura heridas,
que pone a cada uno en su sitio
que da la razón a quien la tiene,
y yo me río de ellos.
Hace ya demasiado tiempo que decidí arrancar el segundero de todos mis relojes,
aquella aguja era la misma que abría todas mis heridas cada vez que pensaba en ti,
y me decía a mi mismo que olvidarte solo era cuestión de tiempo.
El tiempo no me ha puesto en mi sitio,
no se muy bien cual es mi sitio de hecho,
dejé mi corazón en un cajón y no lo encuentro por ninguna parte,
estoy perdido,
rebusco por el sur a ver si encuentro el norte,
no sé si el ayer será el mañana,
ni si el hoy hay que vivirlo como si fuese el último día o el primero,
no sé si el todo ahora es nada,
ni si cuando pensaba en ti mataba las horas o eran ellas las que iban acabando conmigo,
y lo más jodido,
no sé que pasa por tu cabeza, no sé si me quieres.
Yo sigo sin tener razones para no quererte
porque el tiempo no me ha dado la razón,
más bien me la ha quitado
y ahora soy loco de desamor.
Suicida enamorado.
Poeta sin musa.

lunes, 13 de julio de 2015

En rebajas.

Mi sonrisa está descosida,
de tantos besos arrancados
en bocas estrenadas,
vestidas con piel de etiqueta (la suya)
que me iban desnudando a mí poco a poco, 
sin quitarme ni una sola prenda.
Estoy ahogándome con los hilos de los tangas que arranqué
y que ahora me rodean el cuello formando una soga. 
Ya no llevo los pantalones en esta relación conmigo mismo
y mi estabilidad tiene frío desde que la pillaste en bragas y te llevaste toda la ropa del armario.
Todas las mariposas de mi estómago se han convertido en polillas
que han volado hasta mi caja torácica y están destrozando cada centímetro de mi corazón. 
Ven y dame otro de tus abrazos-estufa, o volvamos a echar uno de esos polvos en los que tu eras fuego y yo pólvora. 
Corre, que ya llega el invierno.

jueves, 9 de julio de 2015

Te extraño.

Tengo algún que otro texto en borradores y algún que otro poema enlatado,
hablando de lo bonita que es la poesía,
de lo jodida que es la melancolía,
o de la dificultad de la metapoesía.

Pero ahora quiero recitar catorce versos que cuentan lo frustrante que es todo,
cuando me acuerdo del ímpetu que le echamos cuando desafiamos al tiempo,
y lo crédulos que eramos al creer que esto era inmortal y que el tiempo iba a dejarse ganar.

Cuento en este poema que quiero volver a oler los látigos que tenías como pestañas,
que quiero volver a escuchar tus ojos sin amordazar que lo dicen todo,
que quiero volver a levantar el puño contigo y sentir que tus dedos son como la metadona que calma mi mono de ti.

Te escribo en este folio en blanco,
para que sepas que todos los Cócteles Molotov que las mariposas de mi estomago lanzan contra mis lagrimales,
solo hacen que con las mejillas empapadas por el diluvio que avanza desde mis ojos,
tenga cada vez más ganas de decirte que te echo de menos.


Descarrilado.

Cuando bajé del tren,
Empecé a darme cuenta,
De que no era el mismo el color de la primavera
De que el reloj no estaba parado,
De que el amor pasa,
Y que al acabar su recorrido,
En el andén,
Nadie te espera.

Cuando bajé del tren
Pensé en ser artista,
para hacer borrón y cuenta nueva,
Para que al poner tú mente en blanco,
Me diese tiempo a pintarte la vida de colores.
Pensé en ser matemático,
para empezar todo de cero,
Que contaras conmigo,
Sin ningún problema.

Cuando bajé del tren,
Con algún que otro rasguño en el corazón,
Y mis dos lagrimales secos,
Como equipaje de mano,
Quise tirarme a las vías,
Subir al vagón de nuevo,
Haciendo escala en tus caderas,
Dirección ninguna parte.

Vuelvo a escribirte.

Un ataque kamikaze de ida y vuelta,
y voy,
y vuelvo a empezar,
con un par de versos susurrados
al hueco que hay entre sus bragas
y mis sueños.

Ya está el caos sembrado,
hasta que con la boca chica,
me grita que no quiere verme más
(si no es entre sus piernas).
Un éxtasis de sentimientos encontrados,
hartos de perderse entre mis sábanas y sus gemidos,
encantados de conocerse,
una vez más.

Y sufro un ataque de ira,
contra el tiempo,
contra la vida que se marcha al ritmo de su palpitar,
sístole, diástole.

Y no vuelve.

Y de postre un sol maldito que termine de volverme loco.

Aguantando a que pase el invierno, 
como un peñasco, 
con ganas de tu corazón de mimbre,
el mío embarrado y muerto de asco,
Pensé en hacerte una cenefa a besos,
pero al ser tan torpe y tonto,
me quedé en escribirte estos versos,
descafeinados como tus ojos,
tu sonrisa que no se esconde, 
o tu pelo que vuela como los cien pajaros,
que me haces tener en la cabeza.
Desgastado de andar por el suelo, 
decidí también,
que quería volar como ellos.

Y aterricé en tus caderas,
que se movían como las alas de tanta ave,
y planeaban un ataque por sorpresa,
para asesinar al alba,
y que la noche no acabará nunca.
Y ya por la mañana.
podrías poner el mantel y quedarte a mi lado,
que mis manos quieren comerte a ti,
y estoy seguro de que no me sabrías a poco.

Tragicomedia.

Luces, cámara, acción.

La película ha comenzado,
no te preocupes por el final,
da igual si no te sabes el guión.
Levántate y empieza a improvisar.
Hoy es una escena más,
o una menos,
tú decides.

Aquí no me valen amores imposibles,
ni besos de cine.
Aquí no nos queda París
aunque no me importaría tocarte otra vez, niña.

Lo que queda es un poco de barro en mi corazón,
algo de sal en mis heridas
y una pizca de ti dentro de mí.

Puede que te pise los pies.

Impotencia, 
poemas sin contenido alguno.
Indecencia,
tener ganas de comerse el mundo.
Incoherencia,
ser cuerdo y morir,
sobrevivir a la locura de la vida,
desafiar a la perspectiva de fracaso a la que estamos condenados.

Y bailar sin zapatos de cristal,
sin ritmo ninguno,
sin ir a compás,
y creer en poder hacerlo,
puedes hacerlo.
Y sentirte la reina del baile,
sentirte bien aunque sea solo un rato,
te muevas mal o no,
aquí tienes al tonto de las flores,
el que con este poema absurdo y sin contenido,
pide que le concedas este baile,
para poder comerte de una vez.

H(a na)cido un verso, señorita.

Dándole vueltas a la cabeza, 
cuando me da por no perderla, 
pienso en que los amigos de verdad
se pueden contar con los dedos de una mano.
Sé que contigo puedo contar.

No sé como ni por qué, 
nos conocimos
y acabamos rozando,
el roce hace el cariño, dicen,
nosotros acabamos en llamas con tanta chispa.

Pero en ese tiempo yo estaba perdido
y no quisimos encontrarnos del todo.
Gracias a Dios.
Prefiero la amistad,
dura más,
y quiero que todo lo que tú y yo sabemos,
(todas esas caras tan tuyas.
Tu alegría de jueves.
Mi tristeza de lunes.
Tu vicio a la acetona.
El mío a la poesía.
Esas veces que andamos por el mismo camino,
sí, ese tan largo que te gusta tanto.
Todos esos naufragios en vasos medio vacíos de domingo resacoso
y hasta arriba en uno de nuestros viernes,
que acaban en un brindis por nosotros)
no terminen nunca.
Porque somos como dos gotas de agua,
tan anormales,
tan indecisos. 
Y la gota que colma el vaso, 
(ese de viernes tan bonito)
es que somos muy,
pero que muy,
piscis.

No sé que es esto.

La verdad, no sé qué es esto, 
esto de perderme si creo que te pierdo,
de verte y encontrarme,
otra vez, 
como nuevo.
Y de nuevo pensar,
que pierdo la razón,
cuando me llevas la contraria,
contrariado y loco,
por saber si tú me haces desvariar.
Y para variar me pierdo en tus caderas,
y me vuelvo a encontrar si te vuelvo a ver,
Cuando me quitas la venda de los ojos
 aunque los cierre,
para leerte en braille.
Y puestos a leernos, nos escribimos ¿no?
Espero tu respuesta guapa.
Y bueno, respondiendo a las preguntas,
que cambian cuando me las sé,
y no saben hacer que cambie, 
aunque pregunto, ¿realmente cambiamos?
Yo creo que no, que solo lospequeños detalles,
lo que varía es la percepción de los demás sobre nosotros.
Y lo que piensen los demás no me importa, sin duda,
y ahora dudo de lo que acabo de escribir,
porque no sé que es esto, la verdad.

Bonito, todo me parece bonito.

Sístole, diástole.
El reloj marca las tres y no sé si quiero despertar,
quizá esto ya no sea un sueño.
Joder, ayer me puse hasta las cejas.
El mundo poco a poco se me quiso comer,
yo contesté mordiéndote la boca,
y cielo, sabías como dios.
Me levanto a la pata coja,
no sé si me he vuelto a equivocar de pie.
Tengo la corazonada de que hoy será un gran día.
Abro la ventana,
el sol en mi cara.
Enchufo un pitillo,
notando como me mata por dentro
y me acuerdo de ti
y tus ganas de vivir,
que irónico.
Entro a la ducha,
un jarro de agua caliente,
mucho más frío si tú no estás.
Abro el armario,
vaqueros rasgados y chupa de cuero,
viejo perro rockero,
de esos que nunca mueren.
Voy a salir a la calle,
Pero se me cuela en casa un amanecer,
¡joder, que bien!
Que ganas de compartirlo contigo algún día,
que prisa por quererte lento,
que basura esto que te escribo
que bonita tu ambigüedad,
que bonita mi duda.

Los gatos andábamos colgados.

Me gusta analizar a la gente.
No sé si es una de mis manías, 
si tiene algún sentido
o si soy un capullo frío y calculador.
Suelo conseguirlo con todo el mundo,
por eso sospecho que tú no eres de aquí.
Que vienes de cualquier otro planeta.
Pero ¿sabes qué?
Me gusta no saber analizarte.
No saber por donde pillarte,
sin pillarme los dedos.
No saber por donde me vas a salir.
Me gusta el aire fresco que traes,
cuando mueves el pelo y te ríes,
que hasta el cierzo flipa, colega.
Me gusta también cuando te miro,
porque no sé que veo en tus ojos.
no sé leerte sin papel y boli,
y eso me engancha a ti por no sé qué motivo.
Me gusta que seas un misterio,
porque los misterios están para esolverlos
y yo pienso hacerlo.

Porque aunque la curiosidad mató al gato, 
todavía le quedan seis vidas.

Olvida el olvido.

Cuando estés en tu nube,
a ras de cielo,
preciosa aunque llena de tormentas tormentos.
Recuerda que te quiero.

Cuando tu vida se convierta en un infierno,
y se te seque el cuerpo de tanto llorar,
queriendo salir a flote y no naufragar.
Recuerda que te quiero.

Cuando no aguantes este ritmo frenético,
tus caderas ya no se muevan acompasadamente,
y no suene la alma rota del Robe en mitad del polvo. 
Recuerda que te quiero.

Pero sobre todo,
cuando vayas a olvidarme,
París no esté tan bonito,
y estés mejor sóla.
Recuerda que te quiero.

Hasta dentro de un rato.

Después de tanta risa,
de tanto gran momento,
de besos lentos cuando teníamos prisa.

Después de buscarte entre mis sábanas
y de encontrarte en todos mis sueños.

Después de volar sin alas,
recorriendo tu cuerpo cielo.

Después de querernos,
metiéndonos en camisa de once varas.
Joder, y qué bien te quedaba mi camisa sin nada más.

Quizá después de dispararnos,
con aquel revólver cargado de sentimientos,
atravesándonos el corazón.
Jodido Cúpido, 
¿no era suficiente tu flecha?

Después de nosotros,
tú, eres,
yo, ya no.

Gotas de melancolía.

Verde, paisaje verde,
amapolas que parecían flores.
Yo pez estancado.
Tú estanque.
Llueve.

Abandonado, barco abandonado,
naufragado en la 338.
Yo pirata.
Tú tesoro.
Llueve.

Oscura, habitación oscura,
Extremoduro en vena.
Yo preso.
Tú carcelera.
Llueve.

Gris, día gris,
sentimientos empapados en papel.
Yo poeta.
Tú musa.
Llueve.

Déjà vu.

Ven nena.
Esta noche nos desnudaremos sin quitarnos la ropa
escucharemos Extremoduro de fondo mientras follamos,
beberemos, nos pondremos hasta el culo
y no nos acordaremos de nada al día siguiente.

Jugaremos a conocernos,
¡con lo que yo te extrañaba!
<<Joder, esos ojos me son familiares,
Tú, ¿ tú vienes mucho por aquí?>>

Y si te quedas en blanco,
te pintaré la vida de color de rosa,
un día tras otro.

Y por la mañana,
echaremos a cara o cruz si te quedas,
a mi lado,
un ratito más,
y qué cruz si sale cara,
y qué cara si te vas
y me dejas aquí,
otra vez,
sólo.

Trescientos sesenta y cinco síntomas

Ahora que llega la primavera
y mis ilusiones siguen caídas desde otoño,
como las hojas que vestían el árbol
en el que tallamos nuestros nombres
y ahora que mi corazón está helado,
enfriado por tu gélido invierno,
y te sigue faltando un verano,
conmigo claro.

Ahora que empiezo por el final,
por recordar como olvidarte,
si te quise desde el principio,
sin miedo de quererte,
acojonado pensando en la despedida,
y es que me dijo un pajarito,
que tú me harías volar,
pero no me aviso que todo lo que sube baja,
y que si se quieren ver las estrellas,
uno corre el riesgo de estrellarse.

Ahora,
me doy cuenta de que no me das los buenos días,
que otras me dan sus mejores noches,
que la luna está triste porque ya no la pides,
y el sol se esconde,
dice que quiere estar sólo.
Y las nubes le echan de menos,
y llueve. 

Ser o no ser

Ella era poesía.
Era sonrisa serena que provocaba mi más bonito caos.
Era pelo alborotado contra mi pecho,
que me llenaba de paz.

Era amor a sus odiosas manías
y odio a sus millones de virtudes,
por no merecérmelas todas.

Ella era resaca de sonetos,
era noches en vela,
por veladas de muerte,
al lado de mi colega El Robe,
con papel y lápiz en mano y su nombre en mi cabeza.

Ella era soneto, soneto mal escrito.
Ella era metáfora, metáfora rota.

Tenía la cama llena,
llena de polvos limpios de sentimientos,
pero muy vacía,
muy vacía de amor.
Y siempre abierta de piernas,
pero cerrada de corazón.

Y salía todas las noches,
como la luna,
y se ponía como el sol,
pero hasta el culo de mierda.

Ella renacía cada día, 
despertando a mi lado,
o de cualquier otro poeta,
de esos de bragueta y revolcón,
de esos que la trataban como poema de una noche.

Ella era maravillosa,
capaz de empaparme con su tristeza,
su poca ilusión por vivir,
su obsesión por beber
y a la vez,
capaz de contagiarme cada sonrisa,
cada bostezo al alba,
mirándome como un extraño,
siéndole tan familiar.

Ella era yo,
porque yo sin ella,
no soy.