martes, 28 de noviembre de 2017

Monólogo.

Están regalando almas en la esquina de al lado
y la vecina del quinto me ha contado
que por Internet son más baratas
y aún así parecen de marca.
Su hijo llora cataratas de cava
porque su compañero de clase, 
el que no se lava,
tiene mordeduras de rata en la yugular.
Su hija publica que tiene el corazón roto
porque ha visto a Dios comiéndose el cigoto
de su pseudoperiodista favorita,
o eso dicen en la televisión.
Mientras, 
la gente corre por las calles
con un puñado de almas en cada mano
y el diablo los persigue indignado 
mandando a la mierda su desintoxicación.
Lo que nadie sabe,
excepto tú,
es que en sus manos solo cabe
su propia alma degradada.
Mírame las manos,
escucha el llanto de las ratas
que juegan con aquel niño
y no te quedes quieto.
Escucha el llanto de tu alma,
degradada,
y mírate las manos,
tú que creías ser diferente,
por favor,
deja de correr.