domingo, 29 de noviembre de 2015

Alunizaje.

Canta ronca la Luna,
nunca ha brillado así,
se mira al espejo el careto que lleva,
se pinta los labios rojo carmesí.

Curiosa, pregunta una a una
a las infinitas estrellas,
¿va a volver el Alba?
¿Qué ha sido de ella?

Olvídate del Alba Luna,
-aconseja el firmamento-,
es un amor imposible,
te llenará de lamentos.

Luna que llora,
que canta una nana,
Luna apagada,
ha llegado su hora.

Qué bonitas la Luna y su nana suicida,
yace su cuerpo desnudo,
yace su cuerpo sin vida.

Poetas rotos, decoran su pesar,
¿quién será ahora mi musa?
aciertan a preguntar,
cuadernos en verso no dejan de sangrar.

Canta Luna canta,
-el alba suplica-,
con tu voz quebrada,
alegres baladas.

La Luna despierta y abre los ojos,
entona una copla que habla de amor,
siente el Alba acariciando su boca,
besándola en sus, más vivos que nunca, labios rojos.

Hoy es domingo y la Luna está preciosa.
















viernes, 20 de noviembre de 2015

Posesión.

En su defensa alegó que la quería demasiado.
Tanto, tanto, que tuvo que matarla.


Microrrelato contra la violencia sexista.

jueves, 12 de noviembre de 2015

November rain.

La ciudad se tiñe de una nostalgia palpable,
el cierzo trae consigo una espiral de melodías cicatrizantes,
las gotas de rocío acarician un otoño perenne.

Una niña salta de charco en charco
entusiasmada con sus nuevas botas de agua,
mientras,
el correteo de pies descalzos pule acharoladas aceras
y hace estallar una sonrisa cómplice entre dos (des)conocidos.

Las flores siguen escondidas bajo tu pecho,
los árboles se desvisten,
juegas a besar el sol al despertarte,
le miras las bragas a la luna y ella se enamora de tus ojeras.

Y yo,
sigo caminando en dirección contraria,
deshojando primaveras para encontrar la respuesta,
viviendo al compás del crujir de las horas.

martes, 10 de noviembre de 2015

Mg.

Me gustan los días de lluvia,
el olor de la tierra mojada.
Me gusta echar de menos en días grises,
sabiendo que eso conlleva sentirme solo.
Me gusta jugar con fuego aunque siempre acabo quemándome.
Me gusta saberlo todo y muchas veces me doy de ostias por ello.
Me gusta reír a carcajadas y hacer estallar mis lagrimales,
me gusta sentir.

Me gusta la música,
sentimientos a ritmo de rock.
Me gusta bailar pero siempre acabo pisando los pies de mi pareja.
Me gustan las canciones tristes aunque hacen que me tambalee.
Me gusta la poesía,
sin saber nada de ella.
Me gusta escribir y me arriesgo a que me leas,
a que sepas que te quiero.

Me gusta mirar al sol,
aún sabiendo que me puede abrasar la retina.
Me gusta mirarte,
aún sabiendo que puedes destrozarme el corazón.


lunes, 2 de noviembre de 2015

En un lugar de tus piernas cuyo nombre no quiero acordarme.

Veo en ojos ajenos un translúcido recuerdo,
que se emborrona conforme el tiempo pasa.
Pupilas dilatadas esnifan retales de momentos pasados
que ahora quebrantan corazones cicatrizados
y las saetas del reloj se clavan en unos lagrimales
que acaban por hacerse añicos.

Yo, incesable estorbo,
pregunto por tal pena
y no obtengo por respuesta
más que un "mejor no preguntar".
Extrañado reflexiono sobre ello,
¿tan malo es recordar?
Discrepo.

Los recuerdos son llaves a resquicios de sentimientos
y todo lo que sea sentir es asegurarse de seguir vivo,
mi memoria es la forma de desafiar a la muerte,
aunque poco a poco vaya ganándome terreno.

Quiero acordarme de la primera vez que vi a mis padres llorar para saber qué es tristeza,
quiero acordarme de la primera vez que vi a mi hermana sonreír para saber qué es alegría.

Fotografío furtivamente instantes de realidad para poder recrearme en el placer de la melancolía,
recordar es lo más parecido que puedo hacer para volver a verte
para perderme en un lugar de tus piernas,
cuyo nombre no quiero acordarme.