martes, 9 de febrero de 2016

Catarsis.

Veo la triste superficialidad en manos que buscan cuerpos caducas y creen volar,
la falta de relatividad de la belleza,
la exaltación social de una falsa felicidad.
Huelo sinfonías de quejidos encerrados en almas paranoicas,
paradojas que se esconden en pesadillas que no paran de maravillar,
sueños rotos, dolor.

Mientras,
mis tímpanos saborean silencios perceptibles;
el triste blues que la luna llora porque no sabe cantar,
el estruendo por la tormenta de un bucle abstracto cansado de rutina,
la nana que canta la noche al sol cuando se va,
el galopar de los caballos del viento contra quebradas costillas.

Pierdo segundos de vida
que traen a tan volátil mente sin avisar,
la esencia de la eternidad de un instante,
en el que el todo y la nada,
dejan de existir.

viernes, 5 de febrero de 2016

Nana.

El insomnio me sonríe una noche más.
Sentado a mi lado,
celebra victorioso el precioso desvanecer de mis sueños.
A la vez,
aparecen durmiendo en mi cama
hadas aladas que emanan de todas las nadas,
mientras intrusas musas del pecado
tejen una canción en mis pupilas
que se esconden bajo el palpitar de un cruce de miradas
y solo quieren cantar.
La melodía de luz de pupilas atemorizadas
busca en mi ser la esencia de palabras maltratadas por lápiceros de mentiras.
La lujuría, fiel esclava de la lava de noches en vela,
arranca mis cuerdas vocales y me llena de libertad,
la libertad del que tiene tanto que decir y grita en silencio.
El despojo de las cadenas del llanto,
provoca un maravilloso estruendo y no puedo resistir el ponerme a bailar.
Las caricias del ritmo en mi boca,
me llevan a una coda vital.
Mi final,
temido amor inevitable,
se va a consumar.
A mi lado, el insomnio tembloroso,
me susurra al oído.
"Buenos días, es hora de despertar."

lunes, 1 de febrero de 2016

Venir al mundo, al mundo real.

En un mundo cargado de relativismo,
donde el bien y el mal se resume en depende.
En un mundo tan podrido,
con comida de sobras y muertes de hambre.
En un mundo en el que he nacido,
sin que nadie me preguntase si de verdad quería hacerlo.
En un mundo trazado con demasiado excepticismo
en el que ya no se cree en el amor.
En un mundo donde lo más bonito y oscuro es la poesía,
con héroes anónimos que luchan por sentir día a día,
donde para muchos, la felicidad depende de un bolso o un vestido,
mientras para otros depende de la vida de cada uno de sus familiares heridos.
En un mundo donde se valora menos el calor de un abrazo,
el amor de una madre que te arropa en su regazo,
que un trozo de papel,
con un único sentimiento impreso en él,
la codicia.
En un mundo así,
desearía ser libre.