Nadie sabe qué ha pasado pero las amapolas ya no crecen allí.
El manto rojo que cubría aquel inhóspito lugar en noches de frío y tristeza se esfumó.
Quizá los segundos erosionaron cada una de sus formas
o la luz dejó de buscar el brillo en sus pétalos y todo oscureció.
Puede que una tempestad de caos las arrancara de raíz
o que se consumieran lentamente a manos de una estrella en una noche de luna.
Igual estaban cansadas de crecer y volaron hacia Nunca Jamás,
buscando tiempos mejores.
¿Haría un ramo con ellas el tiempo para las personas que ya no están
o fue el rocío el que no quiso seguir acariciando su belleza?
Tal vez una plaga de dolor y soledad destrozó su color
o tal vez se march(it)aron por falta de atención.
No hay resquicios de primavera en las grietas de su mundo
Nadie sabe qué ha pasado:
Las amapolas ya no crecen allí.
No intentes reforestar recuerdos,
es campo yermo.
No intentes reforestarlos,
están llenos de olvido.
Las amapolas ya no crecen allí.
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