domingo, 27 de noviembre de 2016

Highway to hell.

Desdichados los ríos que se arremolinan y sucumben a la corriente.
Envidia el camino al atajo sin saberse sabio
y fraguas abarrotadas con lunas de alambre son placebo de suicidas,
que ahorcando su llanto,
piden ayuda.
Necios son los ojos del día,
las farolas,
la luz de relámpagos.
Necios son los verbos y las palabras,
necio el lenguaje y el hombre.
Necios todos ellos pues no saben ver más allá.
Se balancea el silencio entre mis labios inertes.
El viento llorará y las amapolas bailarán sobre mi tumba.
La culpa oxida mi conciencia y mis manos tocan tu recuerdo.
Torpe yo en el intento de silenciar mis pensamientos con notas de piano,
violín
y voces roncas.
Torpe yo entorpeciendo el barajar del cupier del destino.
Tiemblan piernas por el miedo a perderlo todo y los relojes ríen las gracias a bufones bipolares.
Payasos depresivos ríen por no llorar.
Los locos son encerrados por ser locos y matan el tiempo imaginando el color de la libertad.
El tiempo muere con la rapidez del rayo
y el sigilo del sueño.
Mi boca busca tu aroma pero choca con el escozor de pretéritos perfectos.
El eco de mi ego ironiza con promesas rotas por su egoísmo.
Para mis demonios el cielo es un infierno.
Me cago en Dios.

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