miércoles, 2 de noviembre de 2016

Nada.

Trazo titubeantes pinceladas de oscuridad,
abstracto retrato de la realidad.

Relato el envejecimiento constante de mis sentidos,
la metamorfosis cíclica de una mente ávida de respuestas
que pretende pasar desapercibida por encima del confín de la profundidad.
La descodificación eterna de la esencia de la humanidad,
la aproximación más exacta a una verdadera verdad.

Trazo titubeantes pinceladas de oscuridad
en una inexacta dimensión translúcida.

Veo el sonido del latir de mi corazón desbocado,
la transcendencia nula de letras de un poema suicida.
La imaginación ata una soga a mi cuello acabando con mi vida,
abro los ojos y concluye la deseada huida
hacia la contradictoria perfección.

Trazo titubeantes pinceladas de oscuridad,
el eco de mi alma susurra la manera de inmortalizar la belleza.

Las ratas muerden mis manos y sigo trazando con rudeza,
el aullido de lobos me acerca a la falsa certeza,
de la eternidad de la compresión ajena.
De mis uñas cuelgan con firmeza
dos cadáveres vestidos con camisas de fuerza.

Trazo titubeantes pinceladas de oscuridad
empuñando las plumas de golondrinas desaladas.

Busco, observo, analizo y nada,
busco, observo, analizo y otra vez nada.
Busco,
observo,
analizo,
y nada,
siempre nada.

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