jueves, 9 de julio de 2015

Ser o no ser

Ella era poesía.
Era sonrisa serena que provocaba mi más bonito caos.
Era pelo alborotado contra mi pecho,
que me llenaba de paz.

Era amor a sus odiosas manías
y odio a sus millones de virtudes,
por no merecérmelas todas.

Ella era resaca de sonetos,
era noches en vela,
por veladas de muerte,
al lado de mi colega El Robe,
con papel y lápiz en mano y su nombre en mi cabeza.

Ella era soneto, soneto mal escrito.
Ella era metáfora, metáfora rota.

Tenía la cama llena,
llena de polvos limpios de sentimientos,
pero muy vacía,
muy vacía de amor.
Y siempre abierta de piernas,
pero cerrada de corazón.

Y salía todas las noches,
como la luna,
y se ponía como el sol,
pero hasta el culo de mierda.

Ella renacía cada día, 
despertando a mi lado,
o de cualquier otro poeta,
de esos de bragueta y revolcón,
de esos que la trataban como poema de una noche.

Ella era maravillosa,
capaz de empaparme con su tristeza,
su poca ilusión por vivir,
su obsesión por beber
y a la vez,
capaz de contagiarme cada sonrisa,
cada bostezo al alba,
mirándome como un extraño,
siéndole tan familiar.

Ella era yo,
porque yo sin ella,
no soy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario