de tantos besos arrancados
en bocas estrenadas,
que me iban desnudando a mí poco a poco,
sin quitarme ni una sola prenda.
Estoy ahogándome con los hilos de los tangas que arranqué
y que ahora me rodean el cuello formando una soga.
Ya no llevo los pantalones en esta relación conmigo mismo
y mi estabilidad tiene frío desde que la pillaste en bragas y te llevaste toda la ropa del armario.
Todas las mariposas de mi estómago se han convertido en polillas
que han volado hasta mi caja torácica y están destrozando cada centímetro de mi corazón.
Ven y dame otro de tus abrazos-estufa, o volvamos a echar uno de esos polvos en los que tu eras fuego y yo pólvora.
Corre, que ya llega el invierno.
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